Pasé años de mi vida viajando y buscando lugares cuya alma me emocionara, dejando a un lado la fotografía de gente, ya que dentro de cada persona encontraba de golpe las almas de todos los lugares del mundo. Durante un viaje a Nepal, estando de voluntario en dos orfanatos de Katmandú, descubrí que en cada foto que hacía a los niños estaba implícito todo lo que ellos sentían, hacia el entorno, conmigo, con sus compañeros, etc. Descubrí que las cosas en la vida que realmente importan son menos de las que pensamos y que la felicidad es mucho más fácil de lo que nos la pintan. Decidí que yo quería dedicarme a contar historias.
¿Te hacemos la boda?
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